Niños en el Sicólogo: Primordial es el apoyo de la Familia
Nuestro contexto actual produce que sean muchos los padres que llevan a sus hijos a un especialista en Salud Mental, puesto que hay una preocupación constante por lo comentarios que reciben por parte de los profesores o, simplemente, observan detalladamente actitudes de sus hijos, que no les parecen esperables y/o adecuadas para su etapa evolutiva.
La psicóloga infantil de Pancurita Rehabilitación Integral, Andrea Barrientos, sostiene que, de acuerdo a su experiencia, el número de consultas ha aumentado en los últimos años. Como consecuencia de las presiones a nivel escolar, familiar y social, los niños, niñas y adolescentes presentan con mayor frecuencia trastornos ansiosos, trastornos de conducta, trastornos depresivos, entre otros. Además, se aprecia que en lo últimos años, han disminuidos los prejuicios y la reticencia asociada a consultar a un psicólogo, por lo mismo, los padres y profesores no dudan en solicitar una opinión profesional cuando presentan preocupaciones en relación al estado de salud mental de un niño, niña o adolescente.
Es importante tener en cuenta que en el caso de los niños los equipos de salud mental (psiquiatras y psicólogos), por lo tanto, ambos profesionales son capaces de evaluar cada caso con criterio y solicitar las interconsultas o derivaciones que correspondan. Sin embargo, hay ocasiones en las que es conveniente acudir a un médico psiquiatra, sobre todo, cuando el niño, niña o adolescente presenta un cuadro que requiere una exploración médica y una intervención farmacológica.
Existen diversos motivos por los que los padres pueden llevar a sus hijos al psicólogo. A veces, los niños son derivados desde el colegio por dificultades en el ámbito académico (desconcentración, hiperactividad, dificultades de aprendizaje, entre otros) o por problemas de inserción con el grupo de pares, como impulsividad, excesivo retraimiento o timidez. También pueden consultar porque no logran regular la conducta de su hijo o porque lo perciben con alguna dificultad en el área emocional, ya sea angustia, depresión o irritabilidad.
El contexto terapéutico infanto-juvenil, necesariamente, incluye la participación de los padres, del resto del grupo familiar y/o del contexto escolar, debido a que son especialmente vulnerables a las variables ambientales. Además, se debe considerar en todo momento la etapa evolutiva en la que se encuentra el niño, niña o adolescente, ya que en base a ella, se adecua el lenguaje y las técnicas que se utilizan. Por otro lado, los factores que favorecen la obtención de resultados positivos en un contexto terapéutico tienen que ver con lograr un alto compromiso por parte del niño, de sus padres y de los profesores. En la medida en que ellos se hacen parte de la terapia y sintonizan con las necesidades y procesos evolutivos del niño, niña o adolescente, el pronóstico es más favorable, pues se producen modificaciones significativas en el sistema y se fortalecen los vínculos con el niño.
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